¿Qué se me ocurrió? Ver la saga de Star Wars, un episodio por día (claro, los episodios IV, V y VI... los primeros no son mi hit siendo sincera, sólo el episodio III alcanzó a mejorar). Las dos horas de cada episodio se me pasaron volando, había olvidado ya muchos detalles de la historia y mi furor por ella revivió. No es como que nunca haya estado presente pues mi cuarto está lleno de posters, monos y demás parafernalia alusiva a la misma (incluso en mi camioneta llevo un Boba Fett en el portavasos, un Ewok en el espejo retrovisor y las llaves en un llavero de sable láser).
El martes, incluso, reorganicé mi rincón geek: dos estantes llenos de libros de ciencia ficción, figuras de acción y películas. Pasé mi estuche de Darth Vader (para guardar las figuras) hasta el escritorio de la entrada, justo debajo del poster del episodio IV: Una Nueva Esperanza. Terminé bastante satisfecha con mi trabajo. En la tarde arreglé el mencionado llavero de sable láser y le puse las llaves de la camioneta. Cuando llego la noche y me dispuse a ver el episodio VI me percaté que ese día había usado mi playera de Star Wars... Realmente me sentí la niña más geek del mundo.
Pero bueno, para no aburrir con este descubrimiento, que en realidad no lo fue... debo confesar que la historia de Harry Potter tiene mucho de esta saga (que si el mero mero es "huérfano", que si la fuerza/magia es muy poderosa y se debe saber encauzar, que si el malo y el bueno se perciben entre sí, etc., etc., etc.). Si me dieran a escoger una historia, sin duda sería Star Wars.
En fin, aproveché este pequeño tiempo libre de mi tarde para escribir. Ya me hacía falta, tiendo a descuidar mucho mi blog.